miércoles, 30 de diciembre de 2009

Él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha ante Él por el amor.

«La paz entre los hermanos es voluntad de Dios y alegría de Cristo. Es perfección de la santidad, regla de la justicia, maestra de doctrina, salvaguarda de lascostumbres, disciplina loable en todas las cosas.» (San Pedro Crisólogo)
Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra.

La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo.

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas.

¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo!

Dice Jesús: Yo soy la Verdad. Él tiene la verdad en plenitud, y esta nos vino por medio de Él. Toda su enseñanza, también su vida y su muerte, constituyen un testimonio de la Verdad. Aquel en quien está la verdad es de Dios y, por tanto, tiene el oído atento para escuchar a Dios.


Recordemos la Palabra de Dios

En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:

“Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.

Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer: Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de castigo. Se lo repito: él sí tienen que temerlo.

¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos”.

Es en la oración donde sacamos fuerzas para ir adelante, para llevar a cabo lo que el Señor nos pide. Y esto se cumple igualmente en la vida del sacerdote, de la madre de familia, de la religiosa, del estudiante..

“La oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga nada”

Hagamos el propósito de no dejarla nunca, de dedicarle el mejor tiempo que nos sea posible, en el mejor lugar, delante del Sagrario cuando nuestros quehaceres lo permitan.

Nuestra oración se hará más fácil si, junto al decidido empeño de no consentir distracciones voluntarias en ella, procuramos tratar a la Humanidad Santísima de Jesús, fuente inagotable de amor, que facilita tanto el cumplimiento de la voluntad divina.


Dijo Jesus, "Busquen mi rostro.."

Yo busco tu rostro Señor, no te apartes de mi..

Meditacion" La Voluntad de Dios"







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