viernes, 7 de mayo de 2010

Sé Bendito OH Dios, sin Tu Voluntad nada sucede bajo el sol, OH Jesus, Tu para Mi eres siempre Jesus..


Meditando con Santa Faustina
Diario 1202 Pag, 434: Hoy, ni siquiera he podido ir a la Santa Misa ni acercarme a la Santa Comunion, y entre los sufrimientos del alma y del cuerpo me repetía: hágase la Voluntad del Señor. Sé que Tu Generosidad es ilimitada. Entonces oí el canto de un Angel que narró, cantando, toda mi vida, todo lo que habia contenido en Sí. Me he sorprendido, pero tambien me he fortalecido. San Jose me pidió tenerle una devocion constante El Mismo me dijo que rezara tres oraciones y el Acuerdate (331) una vez al dia. Me miró con gran bondad y me explicó lo mucho que está apoyando esta obra. Me prometió su especialicima ayuda y proteccion. Rezo diariamente las oraciones pedidas y siento su proteccion especial. Cuando fui a confesarme, no sabia ni siquiera como hacerlo, sin embargo el sacerdote en seguida se dio cuenta el estado de mi alma y me dijo: A pesar de todo se salvará, está en un buen camino, pero Dios puede no devolver la luz anterior; Dios puede dejar su alma en estas tinieblas y en este oscurecimiento hasta la muerte. No obstante sometase a todo a la Voluntad de Dios.

Oración para ser misericordioso

Escrita por santa María Faustina


“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).

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